lunes, 24 de marzo de 2014

Del caminar sobre hielo, Werner Herzog


Supe de la existencia de este libro por Julio Cortázar, que en  "Los autonautas de la cosmopista"  lo menciona como una de las lecturas que eligió para su viaje por las rutas de París. Mas allá de ser uno de los mejores cineastas, Werner Herzog publicó este libro de viaje cuatro años después de haberlo escrito. Puede decirse que fue su primer obra puramente literaria, aunque ya había publicado poemas y guiones cinematográficos.
El diario surge del viaje desde Munich a París, donde su amiga Lotte Eisner estaba a punto de morir. Herzog decidió caminar 685 km, sometiendo su cuerpo bajo lluvias y sobre caminos helados, en una especie de ritual que impidiera el triunfo de la muerte.

 Fragmentos:
...“Mi curiosidad es buena consejera, y me lleva hasta una residencia secundaria: jardín vallado, estanque con un puentecillo, y la casa acerrojada. Para abrirla utilizo el método más simple, que me enseñó Joschi: primero, forzar un postigo; luego, romper un cristal; al fin, introducirse en ella. En un rincón del cuarto hay una banqueta y unas grandes luminarias, extrañamente encendidas.
Ningún lecho a la vista y sí, en cambio, una mullida alfombra, dos cojines y una cerveza sin abrir. En un rincón, un sello de cera roja. Un mantel con motivos de los años cincuenta y, sobre éste, un crucigrama del que, con mucho esfuerzo, habían rellenado la décima parte. El garabateo al margen demuestra que habían agotado todos los recuerdos. Habían hallado, por “¿cubrecabezas?”, sombrero; por “¿espumoso?”,champán, y por “¿larga distancia?”, teléfono. Acabo el crucigrama, y lo dejo como prenda sobre la mesa.
¡Maravilloso asilo, tal lejos de todo"!”
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..."¿Dónde voy a dormir? Un sacerdote español decía misa en inglés defectuoso. Cantaba desafinado en un saturado micrófono, pero detrás de él la pared de piedra estaba recubierta de hiedra. Unos gorriones hacían un ruido infernal... estaban tan cerca del micro que no se entendía nada de lo que decía el sacerdote. Los gorriones habían sido amplificados miles de veces. Entonces, una pálida muchacha se desmayó en la escalera, y murió. Le frotaron los labios con agua fresca, pero ella escogió la muerte."

Del Caminar sobre el hielo, W. Herzog, Muchnik Editores

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